Joaquín López Dóriga escribe en Milenio: “…Hoy, que el PRI no tiene los principales fondos de votos desde Ciudad de México, pasando por Veracruz, Puebla, Nuevo León, Oaxaca y apuntaría hasta Jalisco, mantiene el principal fondo que es el Estado de México con once y medio millones de votantes, lo que en esta circunstancia lo hace más valioso, de mayor peso y, por lo mismo, la elección el primer domingo de junio próximo, adquiere otra dimensión, que crece cuando el Presidente Peña Nieto es mexiquense y en ese estado nunca se ha dado la alternancia. Los enemigos del PRI lo dan por derrotado, cuando no han resuelto el tema de sus candidatos, como tampoco lo ha hecho el tricolor[…]. Se ha hablado de una alianza PAN-PRD, que tiene su mayor obstáculo en un candidato común: ni Luis Felipe Bravo Mena quiere participar, ni Alejandro Encinas, ambos fueron candidatos en 1994 y en 2011, lo que abriría el triunfo a la alianza PRI-Verde-Panal-PES, con un candidato o candidata, fuertes. Por lo demás, en esa elección de 2017, no solo se resolverá la sucesión del Estado de México, podría, también, resolverse la de 2018”.