Amadeo Flores tardó demasiado en presentar su renuncia, por lo que flota en el ambiente la idea de que su salida fue una remoción urgida por la necesidad de evitar mayores escisiones y establecer auténticos cambios al interior del PRI en el estado de Veracruz. El alcalde xalapeño Américo Zúñiga, desliza la idea que hay interesados en “secuestrar” al PRI, tal vez para referirse a los discípulos del fidelato que pretenden la dirección priista; por su parte, el expresidente priista, Raúl Ramos Vicarte, considera que el PRI requiere limpiar sus filas y alejarse del deterioro causado por los corruptos. En realidad, la permanencia de Amadeo al frente del Comité Directivo Estatal se sentía forzada porque ya había cumplido un ciclo al frente de la Directiva y por la derrota del 5 de junio urgía un cambio en ese partido, y no solo de personas, pues deben celebrarse acuerdos de manera consensuada que conduzcan a la elección del nuevo dirigente, cuyo perfil debe inspirar confianza y que esté ajeno a sospechas conductas de corrupción.