Cuentan los que de esto saben que en la historia se producen acontecimientos semejantes porque el hombre y sus circunstancias las producen por doquier, y sin duda les asiste la razón. Cuando el 16 de enero de 1979 el Shah de Irán y su esposa se vieron obligados a dejar su reinado tomaron un avión hacia el exilio, esa nace iba tan cargada de oro que tardó en despegar. Marruecos, Bahamas, Ecuador, México, los Estados Unidos, Panamá y Egipto, fueron parte de su pesado peregrinar, tal ocurre a quienes la justicia persigue por delitos de corrupción y de lesa humanidad. Obviamente Duarte no alcanza ni con mucho la dimensión histórica del Sha de Irán, pero sin duda el amargo periplo de uno y de otro guardan estrecha semejanza.