“Ni corrupto ni ladrón”. Fue el lema de campaña de Jimmy Morales para ganar la presidencia de Guatemala, país que destituyó a un presidente de la república acusado de corrupción. La lucha contra la corrupción se ha constituido en emblemática arma en los procesos electorales, todo porque es relativamente fácil acudir a ese expediente desde la oposición a gobiernos ineficientes y prevaricadores, como recientemente lo vivimos en Veracruz. Pero no solo en México hace aire, la globalización permite conocer que en todo el orbe la lacra de la corrupción es un denominador común, con sus respectivos matices. Aquí en el país así ganó Jaime Rodríguez en Nuevo León, Javier Corral en Chihuahua, Miguel Ángel Yunes, en Veracruz, etc., nada extraño será que el tema se reproduzca en 2018 contra el gobierno de Peña Nieto ya de por sí con grave déficit de imagen. .