Quien no repudie la manera en cómo actúa nuestra clase política pecará de optimista recalcitrante o padecerá ceguera extrema respecto de cuanto acontece en México. ¿Quién en este país pudiera estar conforme con la actitud de nuestros políticos, esos que son engendro de nuestra propia sociedad, ciudadanos que una vez incorporados a la función pública de inmediato se divorcian de la realidad y, obviamente, de los intereses de la comunidad? De allí que parezca extraña, totalmente atípica la conducta y actitudes del senador José Yunes Zorrilla cuando lo observamos atendiendo solicitudes, consiguiendo beneficios colectivos, conviviendo con la gente con la bonhomía que lo caracteriza. Rara avis dirían en la Roma clásica