La niña Frida, una novella del perdón: David Martín del Campo

26 julio, 2017 ·

Juan Antonio Negrín, un adolescente de 13 años, se da un tiro en el salón de clases frente a todos sus compañeros. Nadie puede explicar los motivos que lo llevaron a cometer este acto.

Alejandra Llure, madre del joven y directora del Museo Regional de Orizaba, en un intento por esclarecer el caso acude a un agente famoso, discreto y eficaz: Max Retana.

Al avanzar en su investigación, el detective enfrentará escenarios inauditos llenos de amores ilícitos, abusos, alcoholismo, perversión y el hallazgo de una pintura que será el santo grial de la plástica mexicana.

La clave del suicido podría encontrar respuesta en Frida, la hermana de Antonio, quien entra en éxtasis para transformarse en la mismísima Frida Kahlo.

Entonces la historia del agente viaja a los años trágicos que sobrellevó la pintora mexicana, a conocer a ladrones de arte y al régimen que siembra el país de asesinatos “necesarios”.  

Esta es la historia que se narra en La niña Frida, novela que David Martín del Campo escribió con el apoyo del Sistema Nacional de Creadores de Arte del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca) y publicada por Tusquets Editores en la Colección Andanzas este 2017.

David Martín del Campo es autor de más de 20 veinte novelas que lo sitúan como uno de los narradores más notables del país y lo han hecho obtener diversos galardones como el Premio Internacional de Novela Diana (1990), el Premio Nacional de Literatura Monterrey-IMPAC (1997) y el Premio Mazatlán de Literatura (2012).

—En una palabra, ¿Cómo definiría su libro?

Si La niña Frida se pudiera resumir en una palabra sería “perdón”. La novela del perdón. No sé, la cuestión me ha obligado a pensar otras posibles respuestas, como “culpa”, “incesto”, “esquizofrenia”, “intolerancia”, “inclemencia”, “redención”. ¿Por qué? pues creo que el protagonista –el agente Max Retana– hace la novela a lo largo de su investigación en torno a las causas… la causa que habría provocado el suicidio del muchacho Juan Antonio Negrín.

En apariencia el caso no se resuelve, el investigador avanza y avanza dando palos de ciego, circunstancia que nos permite ingresar en la vida secreta de Alejandra Llure, la madre del niño, y que es de un atractivo deslumbrante. Finalmente, en las últimas páginas, Max tiene elementos para concluir el caso. La razón del suicidio es un asunto secreto, inconfesable y Max decide respetar la voluntad del niño, es decir, mantener el secreto y concederle así el “perdón”, que nadie más se entere.

La mía no es una novela de ciencia-ficción, una novela rosa, ni una novela de evasión. Muchos de los datos “duros” que aparecen en la novela (el robo de los cuadros en casa de Carlos Pellicer, el plan represivo del 2 de octubre, la migración de Juan Soriano y Jesús Reyes Ferreira a la Ciudad de México) son anécdotas que he conocido a lo largo de mi vida profesional ya que ejercí el periodismo durante 10 años y aprendí muchas cosas y, sobre todo, a escribir de un modo atractivo, verosímil, seductor. La obligación de un novelista es que nadie abandone las páginas de su obra.

—En las páginas del libro se ven reflejados temas que suceden todos los días y que están relacionados a la influencia de la religión, la obsesión por ejercer el poder, la discriminación, el bullying, los secretos “por el bien común” y el amor obsesivo, ¿Por qué se interesó en ellos?

En La niña Frida se le ha solicitado al agente Retana que investigue la vida secreta de los periodistas que, encabezados por Julio Scherer, le hacen la vida imposible al gobierno desde las páginas del diario Excélsior. Estamos en 1976, cuando se respiraba un aire enrarecido en el medio político. Se hablaba de un golpe de Estado, de la revuelta del empresariado, la devaluación inminente, del recrudecimiento de la actividad guerrillera (que la había).

Max Retana se está encargando de hacer esa actividad de espionaje, fisgoneando las vidas privadas de Julio Scherer, Vicente Leñero, Manuel Mejido, Gastón García Cantú, cuando debe interrumpir su labor. El gobierno de Luis Echeverría ha decidido, en secreto, dar un golpe contundente al medio informativo; cosa que ocurrió el 26 de julio de aquel año. Ahí están las obsesiones del poder. Y es el momento en que le llega aquel caso inusitado: un niño que se ha suicidado en el salón de clases y la madre del muchacho quiere saber la razón del mismo.

Del bullying, que entonces no existía como tal, es otro hecho que por siempre ha existido. Léase El Periquillo Sarniento de José Joaquín Fernández de Lizardi o De perfil de José Agustín. Todo el tiempo hay acoso, presión, hostilidad de los compañeros. En todas las escuelas, en todas las oficinas, en todas las familias.   

De los secretos no hay mucho qué decir. La vida humana se mueve sobre secretos más o menos sospechados. Los secretos de familia es la veta principal de mis novelas. ¿Qué ocurrió, por qué se divorciaron, cómo fue el accidente, qué sorpresa guarda el testamento? Los secretos que son la sombra de las pasiones. En La niña Frida la poseedora de todos los secretos es, precisamente, la niña Frida Negrín, que es un monstruo de ambición y megalomanía. No por nada entra en trance frecuentemente para convertirse en la Frida Kahlo de Coyoacán, renacida.

—¿El libro puede verse como un reflejo de sus gustos, carrera, intereses e investigaciones?

Sí, desde luego. ¿De qué podríamos escribir si no es de los temas que nos apasionan, de las cosas que nos gustan, de lo que sabemos o creemos saber, de lo que hemos aprendido, de lo maravilloso que es emprender una investigación concreta?

No creo en las novelas “dictadas por las musas”. La novela es el género más difícil de la literatura, requiere de conocimientos, viajes, conversaciones, lecturas, muchas lecturas, oído, apuntes, fotografías, estructuras fallidas y estructuras sólidas, miles de horas sentado en la butaca del cine (que es el principal competidor del género), recuerdos, ambición de lograr la mejor expresión estilística, que se dice fácil, revisión y pulimiento del manuscrito. Haber tenido una infancia feliz ayuda, es cierto. En fin, escribir novelas es lo mejor que pude haber encontrado en la vida. 

—¿Qué proyecto está desarrollando como parte del Sistema Nacional de Creadores de Arte?  

En este periodo (2016-2018) proyecté escribir dos novelas. Una trata de un fotógrafo alemán avecindado en México desde mediados de los años cuarenta. Una novela que habla de los “reporteros gráficos” (como se les llamaba) y del arte compartido por otros fotógrafos de aquel tiempo: Manuel Álvarez Bravo, Walter Reuter, Nacho López, Héctor García, Rodrigo Moya y Mariana Yampolsky.

La otra novela, que es más ambiciosa, es en la que estoy actualmente inmerso. Trata de la colonización del norte de México, la Guerra Chichimeca, las guerras apaches y el avance norteamericano sobre los territorios del norte de lo que fue la Nueva España. Hay un personaje femenino que permite el recuento de una vida familiar, que es la historia de ese proceso de siglos. Voy a la mitad.

Información: LCL

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