Los terremotos de septiembre no solo han damnificado a miles de mexicanos de la sociedad civil, también a políticos con aspiraciones para “la grande”: el más visible es Miguel Ángel Mancera a quien el sismo del 19 le interrumpió el proceso de despedida iniciado apenas rendido su quinto informe de labores. La emergencia maniató los afanes del gobernante de la Ciudad de México, a quien los reflectores no le permiten alejarse de su responsabilidad en el programa de reconstrucción y le complican seriamente su proyecto futurista, pues separarse del cargo en momentos tan críticos le provocaría fuertes tolvaneras nada favorable a sus aspiraciones.