La renuncia de la senadora Gabriela Cuevas al PAN sigue a la del senador Lozano, a la cual precedió la de doña Margarita Zavala, eran tres y ya suman cuatro con la de Julio Di Bella, quien colaboró en los gobiernos de Fox y Calderón, pero “no por eso el PAN se desmorona” tiene que aclarar Ricardo Anaya, y le asiste la razón; sin embargo, al interior del imaginario colectivo esas defecciones no favorecen a Anaya como candidato panista a la presidencia de la república.  Lo de Gabriela Cuevas resulta como carambola de dos bandas, pues le pega al PAN e induce culpas a Anaya y eventualmente le da oportunidad a López Obrador de presumir fortaleza; aunque a la larga no beneficia a Morena pues se le da cabida a costa de la militancia de este partido. ¿A cuenta de qué López Obrador le concede una candidatura a una ex panista recién llegada? Esa decisión autoritaria revela el verticalismo del mando en Morena, donde el dueño de la organización adelanta actitudes en caso de convertirse en dueño del destino de los mexicanos. Y sobre aviso no hay engaños.