“Si se va Bermúdez me voy yo”, dijo el entonces gobernador Javier Duarte de Ochoa a pregunta expresa sobre la presunta renuncia de su Secretario de Seguridad Pública. La sorprendente respuesta levantó un sinfín de comentarios pues el combate a la delincuencia adolecía de resultados positivos ya que en realidad nada se hizo para detener violencia y crimen, y jamás se supo del interés de Duarte por evaluar tan importante función. El 3 del mes en curso Bermúdez cumplió un año en cautiverio, se le imputa la comisión de los delitos de incumplimiento de un deber legal y tráfico de influencias, que en tratándose de Bermúdez se conjugan con los de lavado de dinero y delincuencia organizada que la PGR sigue en el caso de Duarte de Ochoa. Ambos personajes purgan culpas que bien podrían mantenerlos en prisión por largos años, lo que en abono a la lucha contra la impunidad debiera cumplirse cabalmente.