Lo ocurrido en el penal de La Toma, aquí en Amatlán de Los Reyes, al igual que los sucesos en sus similares de Nuevo León y Tamaulipas, por mencionar los más recientes, nos debe ilustrar con meridiana claridad lo que sucede en esos mal apodados “Centros de Reinserción social” mejor conocidos como las “universidades del delito” porque en vez de readaptar perfeccionan en mañas y maldades a quienes allí conviven. Esa patología se extiende hacia custodios y personal (no todos) de esos penales porque quienes los administran y realmente dirigen desde adentro los convierten en sus rehenes a cambio de unos pesos y salvaguardia familiar. Las autoridades de orden político lo saben, pero se requiere de un programa integral de rescate de esos Centros penitenciarios para que el Estado los recupere porque por ahora son recintos en donde se pretende encerrar el mal, que por mala fortuna y corrupción permea desde adentro hacia afuera.