Se cumple en el caso de Luis Ángel Bravo, ex fiscal en Veracruz, el popular adagio: “los carniceros de hoy son las reses de mañana” porque durante su desempeño en ese encargo mostró fría indiferencia  ante el dolor de familiares y amigos de gente desaparecida. Su gesto, que mostraba siempre un sarcasmo inexplicable ante el dolor ajeno, quizá se haya transformado en profunda preocupación ahora que enfrenta serias acusaciones delictuosas, como la desaparición forzada. No es poca cosa la inculpación que se le formula, tampoco las consecuencias que con ello se originan, familiares y personales, porque en conjunto resulta un drama más de la frívola vorágine duartista.