Allá por los años ´50 del siglo XX el cine mexicano se prodigó en imágenes fílmicas de un México rural, tequilero, cantinero, cantador de “las rancheras”, José Alfredo Jiménez las componía y cantaba, también Pedro Infante, Jorge Negrete y Luis Aguilar. Era el México en tránsito del ruralismo, de la hacienda, hacia la gran ciudad. El arte es una expresión social y el cine es arte. De allí el enojo-preocupación del arzobispo de Xalapa, Hipólito Reyes Larios, cuando expresa que “los extranjeros ven a los mexicanos como tramposos, borrachos, drogadictos, huachicoleros, narcos y hasta transas”, porque es el tema de las telenovelas y películas “por eso tenemos una fama bien ganada y nos la merecemos”. Es dramático, pero es verdad.