Está visto que, para empezar a adecentar la política, para otorgarle un mínimo de hidalguía a esta noble actividad tan vapuleada por el hombre e inducir a quienes la practican a hacerlo con decoro, es necesario que desde la ciudadanía haya presión para que así sea. Si mentir ha sido una de las inveteradas costumbres del político será bueno recordarles o señalarles lo repudiable de esa conducta, porque hacer política no implica ni remotamente engañar ni mentirle a la sociedad. Por tal razón, le recordamos a los diputados Gamboa Torales y Sergio Hernández, quienes aseguraron la visita de Eric Cisneros a Duarte de Ochoa, pasen a la tribuna a ratificar su dicho con las pruebas correspondientes o, al menos, a decirle al auditorio un “usted disculpe, me equivoqué”, porque de otra manera incurrirían en el feo desprestigio de quien dice una mentira al amparo de la “política”.