No gustó al presidente López Obrador el diagnóstico de José Ángel Gurría, secretario de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), sobre la economía mexicana, este organismo internacional guarda fama de ser un foro en el cual se debaten y establecen políticas para el desarrollo de las 36 naciones que lo integran, su presidente solo expresa lo que analistas de rigurosa objetividad establecen y que por lo menos deben ser escuchadas por los gobernantes de esas naciones. Pero el presidente mexicano, en vez de adoptar una actitud de estadista y sopesar lo expresado por Gurría, elige la de un pendenciero político descalificándolo refiriendo que “formó parte de los gobiernos que dejaron en bancarrota el país, por lo que no tiene autoridad moral para opinar…”. Aunque en realidad el paquete para desatar el nudo gordiano le corresponde al Secretario de Hacienda, Carlos Ursúa, quien deberá tomar nota del dictamen de la OCDE y obrar en consecuencia