Germán Martínez renunció a la Dirección del Seguro Social atendiendo a la tesis del “más vale el aquí corrió que el aquí quedó”, simplemente oteó que no podría cumplir con los objetivos propuestos y decidió poner fin a su condición de responsable del IMSS, no sin antes puntualizar: “algunos funcionarios de la Secretaría Hacienda tienen una injerencia perniciosa en el IMSS y ponen en riesgo la vocación igualitaria, de justicia y, concretamente, de prestación de servicios de salud que tiene el Seguro Social… el rezago en infraestructura es brutal, -en 2019 prácticamente está en 0% el avance de obras y el pago a proveedores… Ahorrar y controlar en exceso el gasto en salud es inhumano…”.  “Estoy consciente de los límites y de mis límites, puedo equivocarme, pero soy decente y tengo vergüenza pública, y con serenidad de ánimo, presento, en este momento, mi renuncia al cargo de Director General del Instituto Mexicano del Seguro Social. Esperen, Ustedes, en términos del artículo 267 de la Ley del IMSS, la decisión del Presidente de la República”. Esta renuncia empata y pudiera encontrar explicación en el texto de la suculenta entrevista del reportero Roberto González Amador, de La Jornada a Raquel Buenrostro, Oficial Mayor de Hacienda, en donde se habla de un 20 por ciento de ahorro para este año en las compras consolidada, lo cual representa 200 mil millones de pesos. Eso equivale a amarrarse el cinturón en todos sentidos, el quid del asunto será conocer hasta qué grado esos ahorros afectarán en los hospitales los flujos de medicina, la renovación y mantenimiento de los equipos médicos, la contratación de más especialistas, la ampliación de áreas de hospital, etc.