Fue vehemente la reacción del presidente López Obrador a lo que un Diario difundió sobre la aplicación del recurso público producto de los ahorros derivados de la austeridad. Insistió el presidente que él no es como Salinas de Gortari, la comparación “calienta” dijo. Sin embargo, es cierto que el presidente, por Ley, tiene facultad discrecional para que “a través de un decreto” señale el destino de ese dinero, y en eso sí guarda semejanza con la forma en que en el pasado se disponía de la llamada “partida secreta” manejada por el presidente de la república. Pudiéramos decir que es la misma gata, pero más revolcada, y que no se corresponde con el discurso anticorrupción del que tanto se hace uso.