Aceptar el nombramiento en un cargo público para cuyo desempeño no se está capacitado, no es ético y expresa corrupción, lo mismo ocurre con quien cobra un emolumento sin retribuir un servicio o trabajo para merecerlo. A esto último en México se le califica como “aviadores”, gente incluida en una nómina pública que no trabaja, y por lo tanto merece castigo pues es recurso público el que se utiliza para ese lucro. Por esta razón, ahora que el gobierno del estado pretende limpiar la casa y exhibe algunos nombres bien conocidos en el ramo de la educación pública, se espera un ejemplar escarmiento que consistiría en quitar la plaza y aplicar la sanción correspondiente, que bien pudiera ser por fraude o por robo, devolución de lo cobrado o cárcel.