Ahora que en el PRI se ha emprendido una cruzada contra la corrupción, el PRI pudiera menguar seriamente la nómina de sus afiliados. Ya expulsó a Duarte de Ochoa, ahora lo ha hecho con Tomás Yarrington, ex gobernador de Tamaulipas desde hace años señalado de prácticas corruptas y otros pecadillos más. Adicionalmente también expulsó a Arturo Bermudez, ex secretario de Seguridad Pública en el gobierno de Javier Duarte y a Gabriel Deantes, también ex secretario en el gobierno nada honesto de Duarte; Deantes fue el comisionado electoral del gobierno veracruzano, el operador financiero, quien avituallaba al PRI con enseres para repartir a cambio de votos. Es curioso el discurso del presidente priista en Veracruz, Amadeo Flores, pues solo después que se dio la expulsión pontifique “quienes han dañado a la sociedad y al partido deben irse…”, cuando convivió con Deantes en esa instancia, supo de sus latrocinios y jamás dijo nada.