Eso de hablar mucho tiene sus consecuencias, no todas buenas por supuesto. Si para agradar o impresionar se proyectan expectativas que al final no podrán cumplirse se afecta seriamente el discurso de quien así lo hace, y parece que es el caso del Secretario de Gobierno, Rogelio Franco, quien discurseó sobre el enorme número de notarías repartidas por Fidel, dejando la percepción que actuaría para corregir esa irregularidad. Todo quedó en fuego fatuo pues se redujo a la suspensión de dos notarías que estaban sin funcionar. Mal empieza la semana para quien ahorcan en lunes.