Lo que le ha ocurrido al ex gobernador de Quintana Roo, Mario Villanueva, las penas que debe cumplir en prisión Ernesto Granier, ex gobernador de Tabasco, la separación familiar que sufre Guillermo Padrés, ex gobernador de Sonora, la condición de fugitivo del ex gobernador de Veracruz, Duarte de Ochoa, a quien en cualquier momento detienen, la búsqueda de escondedero seguro que día a día tiene ocupado a Tomás Yarrington, ex gobernador de Tamaulipas, debiera servir de atento recordatorio a los gobernantes en turno para conducirse con honestidad y decoro en el ejercicio de su función. Más aún si la sociedad mexicana decide imponer la “muerte civil” a quienes se enriquezcan abusando de su condición de servidores públicos.