A estas alturas de nuestra historia ya casi nadie recuerda aquel ofrecimiento sacado de una utopía imaginada por Vicente Fox en el año 2000, cuando era candidato del PAN a la presidencia de la república: hacer crecer la economía mexicana a un ritmo del 7 por ciento, promesa no cumplida ni en sueños. En realidad estamos muy lejos de esos parámetros, en 2016 crecimos a un ritmo de 2% cuando se esperaba de 2.5%; crecer un 3% sería hasta de fábula, como lo comprueba el Banco Mundial al estimar para México en 2017 un crecimiento de 1.8 por ciento, tomando como base la escasa inversión. Si nos sirve de consuelo, Brasil, que es la mayor economía de la región, avanzará sólo en un 0.5 por ciento.