La Iglesia Católica está celebrando con gozo y júbilo desbordante la fiesta de la PASCUA CRISTIANA. Las campanas de las catedrales y de todas las Iglesias del mundo han tañido con insistencia para unirse a las voces de los feligreses que han cantado nuevamente GLORIA A DIOS EN LAS ALTURAS Y EN LA TIERRA PAZ A LOS HOMBRES DE BUENA VOLUNTAD. Luego de un breve silencio meditativo para contemplar LA PASIÓN Y LA MUERTE de nuestro Señor Jesucristo, el Júbilo se ha hecho presente con la Conmemoración de la resurrección Cristo. La alegría se ha desbordado porque Cristo vive y está en medio de nosotros. La fiesta de la Pascua es la celebración más importante del año litúrgico pues en ella se funda nuestra fe. La resurrección de Jesús culmina el TRIDUO PASCUAL que hemos celebrado en esta semana santa. El Señor resucitado nos ilumina y ayuda a entender todos los acontecimientos. A la luz de la resurrección los primeros discípulos empezaron a comprender todas las palabras y las acciones que había realizado el Señor pero también empiezan a releer su vida y su futuro. Cristo resucitado pone en nuestros corazones una inmensa alegría, llena de esperanza y de amor toda nuestra vida. La resurrección revela el sentido de la pasión y de la muerte de Jesús. Sin la resurrección, la muerte de Jesús hubiese sido un acontecimiento dramático, una derrota del proyecto de Jesús, un final sin esperanza. Con la resurrección en cambio, se alcanza una comprensión distinta de la muerte del Hijo de Dios. La resurrección de Jesús nos muestra el valor de su pasión, gracias a la resurrección comprendemos que la muerte en cruz, lejos de ser una derrota es más bien una victoria del amor. Con la resurrección comprendemos mejor la misión pastoral de Jesús. Él es el buen pastor que ha dado su vida por las ovejas, como él mismo lo dijo (Jn 10, 11). “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por los amigos (Jn 15, 13). Hemos vivido una Semana Santa muy participada, la fe católica ha mostrado toda su riqueza en los signos que hemos celebrado. Desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Pascua miles de católicos se han congregado en los templos y han salido por las calles para vivir con solemnidad y profunda devoción estos días santos. Los templos católicos se han abarrotado de fieles para escuchar la Palabra de Dios, experimentar la misericordia divina a través del sacramento del Perdón y vivir momentos intensos de renovación interior. La fe católica es una realidad viva que se ha manifestado de muchas maneras. La celebración de la Pascua no sería posible sin la participación de presbíteros y fieles laicos que en las sedes parroquiales como en las comunidades filiales contribuyen con su servicio en las diferentes comisiones para que se viva el Triduo pascual. Todo esto confirma la ministerialidad en la Iglesia. Agradecemos a todos los misioneros laicos, jóvenes, adultos y familias enteras que han aceptado la invitación de celebrar estos días de la semana santa en alguna comunidad alejada. En este primer domingo de pascua expresamos a todos nuestra más sincera felicitación y deseamos que la luz de Cristo renueve sus corazones y sus vidas. Que la fiesta de la resurrección traiga alegría a todos los hogares y la reconciliación y la paz en nuestra sociedad. Que Cristo resucitado renueve la vida de todos. ¡Verdaderamente Cristo ha resucitado, felicidades!