Escribe el editorial de El Universal: “… Entre la sociedad y la clase política la diferencia es clara: la primera actúa por solidaridad, por el deseo desinteresado de ayudar, mientras todos los actos de la segunda obedecen a fríos cálculos y a estimaciones costo-beneficio. No hay comparación”. Nada nuevo, por supuesto, pero enfatiza lo contemporáneo de una relación desfasada entre las esferas de lo ciudadano y el ámbito de lo político, no hay sinergia entre ambos sectores totalmente divorciados, recuerda aquella teoría marxista de la enajenación del hombre por el hombre, en la que el creador se hace esclavo de su creación.