“Los aliados de hoy son los adversarios de mañana” dice una sabia conseja política, de validez universal porque está históricamente comprobada. ¿Cuántas veces PRI y PAN han unificado propósitos para conseguir sus fines? ¿Quién no recuerda que AMLO y Dante han caminado juntos en bregas electorales? ¿Alguien del cotarro político mexicano ignora los cercanos entendimientos entre Ricardo Anaya y la elite de Los Pinos? Nada nuevo bajo el sol, pero de lo conocido se aprende que la intensa movilidad de los intereses políticos hace precaria cualquier alianza, pues en materia política el ritmo armónico entre el tiempo y las circunstancias hace su parte de manera determinante.

A partir del año dos mil se rompió el ciclo de las alternancias priistas en el gobierno de la república mexicana, pues ese año llegó a la presidencia un empresario amparado en las siglas del Partido Acción Nacional; en 2016 el PAN repitió número en una elección cuyos resultados mandaron al PRI al tercer lugar y dejaron en la antesala ganadora al PRD, con López Obrador colocando barricadas en protesta por un supuesto fraude electoral. ¿Por qué el otrora partido hegemónico fue relegado al tercer lugar en las cifras electorales de 2006?

El PRI sufrió un seria división interna cuando decidió la candidatura de Roberto Madrazo a la presidencia de la república, provocando aquel célebre “Todos contra Madrazo” (TUCOM) auspiciado en los sótanos del grupo adherido a Arturo Montiel; adicionalmente los 19 gobernadores priistas ya habían probado que la autonomía respecto del presidente de la república les permitía nombrar sucesores a modo para cubrir sus dañinas travesuras, ya no estaban en la línea de la restauración y en la contienda electoral se preocuparon por sus candidatos a senadores y diputados dejando a su suerte al abanderado a la presidencia, de allí el pírrico resultado electoral obtenido por Roberto Madrazo.

En 2012 el PRI recuperó la presidencia precisamente a instancias del grupo político perdedor en 2006, con Peña Nieto al frente y ahora en la tesitura de erigirse en gran elector priista, acompasando los tiempos sucesorios con la reconstrucción de las zonas devastadas por los sismos, a un lado de las incisivas críticas de sus detractores. En ese escenario los reflectores políticos enfocan hacia la formación de un Frente constituido con fines electorales, con tres partidos uniendo estrategias, dos para sobrevivir (PRD-MC) en el diagrama partidista nacional, otro, el PAN, para fortalecer la candidatura de su dirigente a la presidencia de la república.

A quienes insisten en señalar la reiterativa afición de la Historia para crear escenarios parecidos les sobran elementos para demostrarlo: aquel TUCOM que dividió al PRI en 2006, cuando presumían el seguro regreso a Los Pinos, parece reflejado en lo que ocurre al PAN en 2017: Ricardo Anaya, pretende ser candidato desdeñando la participación de otros aspirantes de gran peso en su partido, quienes le exigen piso parejo, en conducta semejante a la de Roberto Madrazo cuando presidía al PRI y marginó a Montiel.

El PAN viene de obtener destacados triunfos electorales en 2016, es un balance muy favorable a la dirigencia de Anaya, sin embargo, está bajo a discusión si ese bagaje le alcanza para ser candidato a la presidencia. En el PAN Anaya no actúa solo, en la conformación del Frente, a su lado tiene a Diego Fernández de Cevallos, quien adelanta experiencia: “Yo veo un Frente Amplio, con algún candidato que no sea militante de ningún partido, porque de lo contrario se dificultaría esa posibilidad”, y cuenta también con la adhesión de anti calderonistas como Ruffo Appel, cuya desafortunada declaración sobre la salida de la señora Zavala del PAN, refleja el encono del desencuentro.

A Ricardo Anaya le propiciaron un ascenso terso a la presidencia del PAN, lo dejaron actuar a sus anchas al interior de su partido, obviamente con los compromisos de rigor adquiridos en esos trances; todo bien, hasta que la ambición lo desbordó, entonces sembró truenos y ya está cosechando tempestades, cuando todavía pende como espada de Damocles la averiguación sobre la súbita riqueza familiar cuyo esclarecimiento Anaya evade.

Los tiempos urgen definiciones y doña Margarita abandona el PAN tras 33 años de militancia, con ella seguramente irá el ex presidente Calderón y otros destacados panistas, a quienes Ricardo Anaya no convenció recitando: “Estoy convencido que México es mucho más grande que cualquiera de nosotros en lo individual. Que la división del PAN solo le sirve al PRI y que la división del PAN no le conviene a México”. Ahora, las circunstancias le otorgan otra dimensión a Moreno Valle, de cuya actitud pronto conoceremos.

El cinco de septiembre se registró ante el INE el Frente Amplio Democrático, lo signaron Ricardo Anaya, Alejandra Barrales y Dante Delgado, del PAN, PRD y MC, respectivamente. Originalmente los dos últimos luchaban por su supervivencia indexando su suerte a la del PAN, ahora, aunque en menor grado con todo y sus eventuales dificultades, se les suma el PAN, formando una trilogía de partidos en conflicto. ¿TUCOM redivivo en TUCOA?

alfredobielmav@nullhotmail.com