Por Joel Hurtado Ramón

De acuerdo con el académico argentino  María José Cisneros Torres de la Universidad Nacional de Tucumán el concepto de mito político nació como concepto teórico a comienzos del siglo XX. Fue George Sorel el primero en teorizarlo.

Al decir de Raymond Williams, «los conceptos básicos, de los cuales partimos, dejan repentinamente de ser conceptos para convertirse en problemas; no problemas analíticos, sino movimientos históricos, que todavía no han sido resueltos» (Williams, 1986, pág. 21). Sin duda, esto es así en el caso de un concepto como el de mito político, pues aun cuando, nació como concepto teórico a comienzos del siglo XX, no resulta actualmente una noción de fácil abordaje.

Sin embargo, sigue siendo éste un concepto de complejo abordaje.   Desde una perspectiva diferente, influenciada por el marxismo, pero que busca una compresión del mito político más dialéctica y cercana a la praxis que a la especulación pura y esencialista de la política, Georges Sorel, Antonio Gramsci y José Carlos Mariátegui rompen con la valoración negativa de éste.

 Sus usos están cargados de connotaciones valorativas muy fuertes, en las cuales muchas veces lo peyorativo, la tendencia a considerarlo un fenómeno anormal y a excluirlo como categoría de análisis político es lo que predomina. De allí que, como sostiene Bonazzi: Conviene por lo tanto hablar del mito político como de la instancia intelectual y práctica que el pensamiento político no ha conseguido delimitar e identificar, tanto por la dificultad de fijar sus relaciones con la mitología, como por la de distinguirlo del concepto de “ideología” y, finalmente, porque se ha encontrado en el centro de toda polémica entre racionalismo e irracionalismo. (Bonazzi, 1995: 976). Ciertamente, para las teorías políticas de raigambre racionalista, como lo son el liberalismo y el marxismo, el concepto de mito político denota fenómenos de irracionalidad en el ámbito de la política que desvían y/o enmascaran el verdadero sentido de ésta. Por ello, no sólo buscan erradicar la presencia de estos del acontecer político, sino que además, entienden que no deben ser considerados como fenómenos propiamente políticos. Esto es así porque, para la tradición liberal, la política es el arte de vivir conjuntamente a partir del establecimiento de un contrato entre individuos racionales y libres, por lo que todo lo vinculado a la dimensión colectiva y afectiva de la condición humana (rasgos presentes estos en el mito) se considera ajeno a ésta. La exclusión al mito desde las filas de la izquierda, no son menores.

Las corrientes críticas al interior de los partidos políticos, como es el caso del PRI, donde han surgido diversas manifestaciones de inconformidad,  pasan de ser manifestaciones críticas a un consenso con el poder,  convirtiéndose  posteriormente en aliados de ese poder instituido y criticado  debido  a negociaciones internas  como sucedió recientemente después de la convención nacional del PRI, de ahí que con el tiempo al perderse la substancia verdadera de su nacimiento pasen a ser otro mito político al verse fallida la teoría de los principios y  valores por la praxis y el interés personal.

En Veracruz la corriente crítica surgida recientemente, ha sido  un poco más radical debido al grave deterioro en el cual dejaron al estado un grupúsculo de pillos, que acompañaron a Javier Duarte en el más terrible saqueo que ha sufrido una entidad en toda la historia de este país.

De ahí que la corriente crítica   en este estado, haya exigido a la dirigencia estatal que se deslinde de esa pandilla de saqueadores, que tienen nombre y apellido, y que actualmente, en vez de estar en la carcel, siguen nutriéndose del erario público, cobrando grandes sumas de dinero como diputados y funcionarios públicos, gozando cínicamente y sin escrúpulo alguno de todo tipo de privilegios que su posición pública les da.

Otras de las cosas que la corriente crítica ha exigido es que las próximas decisiones que se tomen, para elegir a los candidatos a gobernador y  diputados, sean abierta a la opinión de la militancia partidista y que no sea una tomadura de pelo cupular.

Los candidatos deben no solo tener    vasta  experiencia   sino, fundamentalmente, no solo parecer honestos sino serlos también.

Si para lograr lo anterior se deben buscar ciudadanos dentro de la sociedad civil, tiene que hacerse sin tapujo alguno como lo han hecho otros partidos políticos de oposición.  

Pero los movimientos de las corrientes críticas dentro del institucional no es nada nuevo pues tenemos el antecedente histórico de la corriente crítica surgida en los años 80, cuya narrativa encontramos en diferentes medios de la época. Fundada y dirigida por Rodolfo Gonzáles Guevara, Porfirio Muñoz Ledo y Cuahutémoc Cárdenas. Ellos dieron a conocer un documento públicamente, con la aclaración previa de que no era un acto de rebeldía y desobediencia   pues no pretendían  reformar la declaración de principios del partido, ni necesariamente modificar sus estatutos. Con esta aclaración trataban de amarrase el dedo y no confundirlos con temerarios y peligrosos   revolucionarios con la pretensión de incendiar al país.

También decían que, como ahora con la sociedad civil,  buscaban abrir los espacios necesarios a otras personas no partidistas y de diversas corrientes políticas.

 De acuerdo con los comentarios del momento, sería hasta  después del cuarto informe Presidencial cuando el IEPES del PRI iniciaría  reuniones y mesas redondas para discutir públicamente, a todos los niveles, el contenido político del documento de procedimiento -redactado por destacados militantes priístas- con el que se pretendía una democratización interna del partido.

 También afirmaba que no existía  afán de enfrentamiento alguno, con la cúpula de su Partido y para evitar malos entendidos y enfrentamientos inútiles,   se enviaron cartas, en las que se  explicaba la necesidad de democratizar internamente el PRI, a Fidel Velázquez; Héctor Hugo Olivares Ventura; Enrique Fernández Martínez y Adolfo Lugo Verduzco

 Asistieron a las reuniones de la corriente democrática, además de los Coordinadores ya mencionados; los senadores Gonzalo Martínez Corbalá  y Silvia Hernández; el coordinador de los programas juveniles del CEN y del PRI, Tristán Canales; el ex rector de la UNAM, Pablo González Casanova; la diputada Ifigenia Martínez; el ex secretario de Programación y Presupuesto Carlos Tello Macías; el diputado y el entonces secretario de Divulgación Ideológica del PRI, Juan José Bremer; el ex embajador y ex secretario de la Reforma Agraria, Augusto Gómez Villanueva; el ex diputado Víctor A. Maldonado; el líder juvenil y ex diputado Federal Hugo Castro; la ex directora de la Comisión Nacional de Texto Gratuito, María Lavalle Urbina; el economista Armando Labra; el sociólogo Eugenio Anguiano y Vicente Fuentes Díaz entre otros.

Por otra parte, la diputada Ifigenia Martínez, ahora con Obrador, expresó que el movimiento prodemocrático, en formación dentro del PRI, “pretendía evitar que se generara un vacío entre las bases y sus dirigentes así como el fortalecimiento del partido ante el embate del intervencionismo y de las fuerzas del exterior.”

El diputado poblano Antonio Tenorio Adame declaró que “era indispensable que el PRI se actualizará, y que su discurso fuera  de acuerdo con las necesidades del momento y que el partido en el poder se convirtiera en  la vanguardia de los derechos humanos y sociales y que, además, no se limitara a apoyar al gobierno, sino que le sugiera a éste los cambios necesarios, conforme a lo que establecían los propios principios priístas.”

El diputado poblano Antonio Tenorio Adame declaró que “era indispensable que el PRI se actualizara, y que su discurso fuera de acuerdo con las necesidades del momento y que el partido en el poder se convirtiera en  la vanguardia de los derechos humanos y sociales y que, además, no se limitara a apoyar al gobierno, sino que le sugiera a éste los cambios necesarios, conforme a lo que establecían los propios principios priístas.”

 Julio Zamora Bátiz, economista y militante priísta consideró que “todo movimiento que tienda a fortalecer las actitudes democráticas de ese organismo político es positivo, pues es necesario reafirmar la vigencia y la práctica de los compromisos ideológicos del PRI, que en muchas ocasiones se han desviado por funcionarios no plenamente identificados como miembros del PRI, y que sin embargo ocupan posiciones relevantes.”

 La Diputada María Emilia Farías, sostuvo “que en el PRI predominaba una corriente ortodoxa, de carro completo y de arrebato cuando no se tiene el triunfo seguro en las elecciones, pero hay otra línea que es la de los militantes progresistas ubicados en la realidad quienes si entienden la urgencia del cambio, de la actualización.”

 El Senador Filiberto Vigueras Lázaro declaró que “la nueva corriente democrática en gestación dentro de las filas del Institucional es necesaria, pues este organismo debe perfeccionarse para corregirle un sinfín de fallas.”

 La candidata a la gubernatura de Tlaxcala, Beatriz Paredes, expresó: “los destacados miembros de mi partido que han organizado el movimiento democratizador en lo interno del PRI, desean enriquecer las ideas internas del instituto político y merecen todo mi respeto.”

 Por su parte el pre-candidato a la gubernatura de Guerrero, Francisco Ruiz Massieu, señaló que “cualquier movimiento, cualquier instancia, cualquier tendencia que busque profundizar la democracia en el marco del PRI y que cuide los grandes criterios de solidaridad y disciplina tiene que ser bien visto por todo el mundo.”

 Para el líder del Frente Juvenil Revolucionario del PRI, Daniel Hernández León, los integrantes del grupo pro democratizador eran oportunistas políticos disfrazados de propósitos democratizadores.

 El candidato del PRI al gobierno de Veracruz en ese momento, Fernando Gutiérrez Barrios, señaló que realmente desconocía  quienes formaban  la corriente democrática y cuál será su línea, pero aceptó la necesidad de que el PRI se estuviera renovando permanentemente.

Para el líder del PMT, Heberto Castillo, afirmó que “era importante que se empezaran a manifestar inconformidades dentro del PRI, pero la premisa fundamental era, para él, que los priístas hablaran con sencillez, directamente, sin ambigüedades, pues de lo contrario les aseguraba un exitoso fracaso”.

Ese movimiento liderado por Rodolfo Gonzales Guevara es el antecedente histórico de las actuales corrientes críticas que pareciera que, después de la asamblea nacional del PRI ya pasaron a mejor vida, para convertirse en un mito político más, salvo Ivon Ortega que en su portal Hazlo por México afirma que busca cambiar la realidad del país, frase que considero  más bien una letanía pues el país permanentemente cambia con nosotros y sin nosotros y más allá de nosotros.

Que busca Ivón realmente no lo sé, pero lo que si vislumbro es que está ya más afuera que adentro del PRI, ya que últimamente  se ha dedicado a llamar a los azules, amarillos y morenos para que la apoyen en sus iniciativas políticas en el Congreso  en contra de las que  ha presentado  el partido “su partido”.

La corriente crítica liderada  y formada por González Guevara  es actualmente una de las organizaciones institucionales, como adherida y reconocida por el Comité Ejecutivo  Nacional del PRI, sin crítica alguna y gozando de cabal salud, convirtiéndose en un mito político más. Esperemos que en Veracruz no pase lo mismo  y se convierta en otro mito político  dentro del devenir histórico.