Ayer fue un día agotador para Juan Antonio Meade, luego de recorrer el obligado periplo de las matracas, porras y gritos de “si se puede”, con abrazos y apretones de mano, que en conjunto forman un todo engañoso. Cubierta la formalidad de escuchar la adhesión de los tres sectores priistas hacia su candidatura al gobierno de México, el ex secretario de Hacienda debe hacer espacio para organizar su agenda y aplicarse a acciones con las cuales alcanzar las metas. Equipo no le falta, acaso sí que el PRI consiga mejorar la apreciación pública; como en mercadotecnia, sale a la luz un buen producto, pero la marca ha sido duramente vapuleada en el mercado y no lo favorece. Si el PRI no acompaña a su candidato a la presidencia de la república con aceptables candidaturas al senado, diputaciones y gubernaturas, el pronóstico será desfavorable.