¿Qué valor político pudiera otorgarse a quien como la diputada Miriam González Sheridan se va de la bancada del partido que la convirtió en diputada y porque no la candidatea de nuevo renuncia a esa militancia? Obviamente, nada hay de nuevo bajo el parpadeante sol de la política, pleno de tránsfugas y saltarines. De una cosa deben estar seguros en Morena: nada han perdido que no encuentren a la vuelta de la esquina y, por su parte, si la señora González se incorpora al PAN, este partido tampoco podría presumir de haber enriquecido sus filas, aunque un voto es un voto. Pero al final quien carga con todo es la sociedad, porque no consigue una clase política auténticamente interesada en el bien común, solo dedicada a conseguir fueros y prebendas.