Como suele suceder, entre jefes de estado la diplomacia permite decir lo que en política no es permitido, por ese método el Papa Francisco envía un atento recordatorio a Donald Trump sobre la inmigración: “el pecado es renunciar conocer al otro”… Cada forastero que llama a nuestra puerta es una ocasión de encuentro con Jesucristo, que se identifica con el extranjero acogido o rechazado en cualquier época de la historia… El pecado es dejar que esos miedos determinen nuestras respuestas, condicionen nuestras elecciones, comprometan el respeto y la generosidad, alimenten el odio y el rechazo. El pecado es renunciar al encuentro con el otro…”. Desafortunadamente Trump, como Fox en México, no lee periódicos, y es de temer que su lectura favorita sea Mein Kampf, de Adolfo Hitler.