Los hechos son inobjetable constancia de la corrupción política en México, todo por hacerse de una parcela de poder entre cuyos propósitos no figura la intención de trabajar por el bienestar colectivo sino proteger intereses personales y de grupo. Una muestra de la perversión política a que hemos llegado es la postulación de Fausto Vallejo Figueroa, ex gobernador de Michoacán a la alcaldía de Morelia, a la cual ha gobernado en cuatro ocasiones vía PRI. Pero ahora lo postulan el PES y el Partido del Trabajo (López Obrador, se llama sorprendido), a pesar de los antecedentes de Vallejo Figueroa, como bien lo documenta el columnista Héctor de Mauleón: su gobierno estuvo infiltrado por Los Templarios, su Secretario de Gobierno, Jesús Reyna García, está preso por supuestos vínculos con grupos delincuenciales. Obviamente, todo ha sido llevado a cabo con la anuencia de López Obrador, si no ¿cómo?