La patética carta de Javier Duarte de Ochoa a Ciro Gómez Leyva revela el grado de su desfachatez, de su bajo nivel de entendimiento, de sus cualidades histriónicas, de su incapacidad para comprender las verdaderas razones que indujeron a Fidel Herrera a convertirlo en su sucesor, siempre al margen del interés por Veracruz. Su deducción sobre el “circo mediático” en su contra es burda porque evade asumir que durante seis años fue el responsable CONSTITUCIONAL de los destinos de esta entidad y que el solo hecho de hacer a un lado cuanto acontecía en su entorno de competencia lo convierten en reo por omisión, suponiendo que ignorara lo que la sociedad veracruzana percibía respecto de los altos mandos policiacos. ¿Acaso no se enteró que vox populi comentaba de la presencia de tigres y lagartos en la Academia de policía? Si la ignorancia de la ley no exculpa a quien la infringe, la ineptitud en el desempeño de un cargo público también es corrupción, peor aún el dejar pasar y el dejar hacer. Ya veremos lo que hará cuando le notifiquen oficialmente sobre las más de 50 denuncias presentadas por la Auditoría Superior de la Federación por desvíos de recursos federales durante su desastrosa conducción y cuando se ponga sobre el tapete del proceso en su contra el tema sobre si estaba o no enterado de cuanto se acusa a los mandos policiales de su infausto desgobierno.