El periodista Jorge Ramos escribe en Reforma sobre el apego al poder de ciertos mandatarios y por ese motivo se eternizan en sus cargos: “… en América Latina hemos tenido a un nutrido grupito de dinosaurios que se han negado a entregar el poder. […]. Los ecuatorianos le acaban de poner un alto a Rafael Correa. Después de estar 10 años en la Presidencia (2007-2017), quería más. Ya se veía como candidato, otra vez, en el 2021. Pero un reciente referéndum determinó que casi dos terceras partes de los ecuatorianos no están de acuerdo y Correa se quedó con las ganas (…) El Presidente boliviano, Evo Morales admira a Fidel Castro… Hay algo muy preocupante cuando un Presidente admira a un dictador. De entrada, no les gusta que nadie los cuestione. […]. Con esa visión no es nada sorprendente que Morales se quiera postular para un cuarto mandato en el 2019. Un Tribunal Constitucional, haciendo malabares, le dio a Evo lo que quería. […]. Otro atornillado al poder es Nicolás Maduro, el dictador de Venezuela. Su régimen tiene prisioneros políticos, ha asesinado opositores, censura a la prensa, controla al Ejército y las cortes, destituyó a la Asamblea (controlada por la oposición) y ahora pretende tener elecciones presidenciales el 22 de abril… En Honduras, Juan Orlando Hernández se saltó la Constitución y se impuso para un segundo mandato presidencial. De nada sirvieron las protestas, los muertos y las denuncias internacionales. […]. Y por último, la gran dictadura: Cuba. Desde 1959 los hermanitos Castro, Raúl y Fidel, han liderado uno de los sistemas más represivos y antidemocráticos del continente. Su dictadura ha sido tan brutal y castrante como la de Pinochet… Ellos, en su sillita, no se dan cuenta que se pusieron del lado equivocado de la historia”.