Al concluir la primera etapa del proceso electoral en curso, la Arquidiócesis de la Ciudad de México lo califica de “simulación” en el  editorial del semanario Desde La fe, porque “no existe diferencia alguna…” entre pre campaña y campaña. La verdad no manifiesta nada nuevo pues es obvio el eufemismo, la clase política solo dividió en etapas el largo periodo del proceso electoral para acallar la queja ciudadana por el ruido electoral. Se fue contra el INE calificándolo de “autoridad desdentada y débil, que tiene encima una maraña casi imposible de deshacer de forma pronta y expedita por el bien de millones de personas hastiadas de una farsa democrática y de un aparato electoral groso, que exige más y más dinero, mientras el votante soporta la inflación diaria y el repunte de precios que siguen impactando la magra y empobrecida economía de las familias mexicanas”. En esto último acierta el editorial referido pues a los consejeros del INE les tiembla la voluntad para imponer sanciones a los infractores y el proceso electoral cuesta muchos miles de millones de pesos a una población empobrecida.