El Partido de la Revolución Democrática tiene poco para presumir pues de sus 29 años de existencia durante la última década ha dado tumbos premonitorios de su posible extinción como partido competitivo. Tuvo un arranque extraordinario desde sus orígenes en el Frente Democrático y la elección de 1988, después en la década finisecular ganó gubernaturas y el gobierno de la CDMX, contribuyó a democratizar al país junto con el PAN en las reformas electorales, pero ahora que sus fundadores han emigrado por la tendencia crematística de Los Chuchos se ha quedado sin sustento social. Eso da origen a su errónea conducta: candidatear a Abarca en Iguala, en San Luis fomenta un cacicazgo y en la CDMX postula en Iztacalco a Elizabeth Mateos, esposa del exdelegado, Carlos Estrada Meraz porque “es a la que le va mejor en las encuestas”, según Raúl Flores García, presidente del PRD de la Ciudad de México. La señora Mateos es diputada y ya fue delegada de 2012 a 2015., cuando fue señalada por colocar en la nómina de la delegación a su familia: según El Financiero, el padre, Raúl Mateos, “fue encargado de las cuadrillas de Servicios en Iztacalco, su madre, Lourdes Hernández, fungió en el área de Salud y Vivienda con un puesto base y sus cuñados ocuparon lugares en las jefaturas de vehículos, vía pública y Participación Ciudadana”. Ese es el cambio que ofrece el PAN-PRD-MC, porque cuando no es uno es el otro