Al Papa Francisco no le va a alcanzar el tiempo para sanear a su Iglesia de los graves problemas que la aquejan porque, como sucede en la liturgia laica en que algunos gobernantes no se aplican a resolver los problemas sociales, sus antecesores en el trono de San Pedro, no atendieron y hasta solaparon esas lacras. Pero el Papa Francisco afronta con decisión el asunto de la pederastia que asola y desprestigia su sacra institución, en México se han sentido los efectos del correctivo, más drástico ha sido en Chile cuya alta jerarquía constituida por 34 obispos ha sido “renunciada” mientras se culminan las investigaciones de rigor. La limpieza es a fondo, pero este es muy profundo y el mal de siglos ha venido carcomiendo las bases de esa sólida institución milenaria.