Si la vida es la aventura del hombre se debe a su permanente necesidad de elegir; nada de cuanto sucede es producto predeterminado sino consecuencia de una elección, buena o mala. Y en ocasiones una decisión errónea atrae consecuencias benéficas. En ese entendido el hombre está condenado a elegir un camino u otro, a tomar una u otra decisión, la dosis de reflexión inherente a la toma de decisión conlleva al resultado esperado. Una elección electoral no es para usufructo individual sino de impacto colectivo, la decisión del otro nos afecta necesariamente, de allí la importancia de una democracia madura porque mientras más capacitado está para elegir el otro podemos abrigar confianza de una elección correcta.