Como sucede después del azote de un huracán o los efectos de un devastador terremoto así ocurre con el recuento de daños en el Partido Revolucionario Institucional después de la elección 2018. Aún no está en riesgo de perder el registro, pero es inminente esa posibilidad, lo cual sería lamentable para una institución señera en el siglo XX mexicano. Sin embargo, no resta dramatismo a las circunstancias priistas, porque tal implica no figurar como una fuerza política competitiva al interior del Congreso Federal y en no pocos estatales como el de Veracruz en donde no habrá un solo diputado por el principio de mayoría relativa y por vez primera ni un senador. Grave situación que obliga a una reacción inmediata, para lo cual se busca al auténtico líder que cimbre desde sus cimientos sus estructuras; batalla titánica ¿quién?