Si a quien esto suscribe preguntan sobre si conviene o no construir el nuevo aeropuerto de la CDMX en donde ahora se edifica o en Santa Lucía, la respuesta es favorable al proyecto en marcha. El criterio para formular la respuesta no es técnico, solo derivado de la información difundida sobre ese asunto. En semejante tesitura estarán millones de mexicanos, carentes de los conocimientos técnicos, económicos, financieros, movilidad urbana, impacto ambiental, desarrollo a futuro y muchos etcéteras más que hacen inviable decidir por el método de la consulta pública un asunto de trascendental importancia. Mientras, la construcción prosigue su marcha como lo estipulan los contratos establecidos, aún en octubre cuando AMLO piensa lanzar la consulta “democrática” sobre esta mega obra, cuya suspensión, según asegura el próximo Secretario de Comunicaciones y Transportes,  costaría al país 100 mil millones de pesos si “democráticamente” se decidiera en ese sentido. Pero no debe cundir el pánico porque finalmente el “resultado” de esa consulta será que siga la construcción, y la atención volteará hacia la revisión de los contratos.