Renovare, regenerare, fueron términos forjados como expresión de la realidad de su tiempo allá por el siglo XIII, pero finalmente se utilizó el de Renacimiento, como conocemos aquel lúcido momento de la humanidad cuando empezaba a alborear un mundo nuevo apoyado en las circunstancias económicas para dar lugar al surgimiento de una nueva clase económica en sustitución del feudalismo. No debiera ser coincidencia eso del Movimiento de Regeneración Nacional para explicar la cuarta transformación de México, pues no son principiantes ideológicos ni historiadores diletantes quienes sugirieron el nombre de Movimiento Regenerador, léase a Blas Urrea seudónimo con el que don Luis Cabrera escribió sus sesudos análisis sociopolíticos (1911) en la etapa prerrevolucionaria del siglo XX para comprender los acaecimientos actuales. Acaso tampoco sea coincidencia el que Marcelo Ebrard haya escogido la plazoleta dedicada al insigne Luis Cabrera en la colonia Roma para su conferencia de prensa.