Si el llamado tsunami electoral protagonizado por MORENA efectivamente lleva a cabo sus promesas electorales de combatir la corrupción, en el universo municipal veracruzano encontrará una veta inagotable de alcaldes y ex alcaldes ávidos de correr la aventura por enriquecerse a costa del dinero ajeno. El Orfis se instituyó para fiscalizar el uso del dinero público, lo acompaña en esa tarea la Comisión de Vigilancia del Congreso local y la Contraloría del estado, sin embargo, o caen en complicidades o son incapaces de detectar casos cuya evidencia vox populi atestigua, y nada ocurre ante el enriquecimiento explicable de los “servidores” públicos. Los pozos inconclusos de Coatzacoalcos y las también inconclusas obras de construcción de una planta de tratamiento de aguas residuales y la introducción de drenaje en la comunidad de El Moralillo, en Pánuco, son muestras claras de una rampante corrupción que campea de sur a norte y de la costa a las altas montañas de nuestra entidad. ¿Quién fiscaliza al órgano fiscalizador, al del Control y a quien “vigila?