Si algo le sobra a López Obrador ya en su carácter de presidente electo es su voluntad de hacer, solo que está demostrado que en la gestión pública se requieren otros elementos para concretar los deseos, el económico entre los de mayor importancia. Si bien la voluntad mueve montañas esto es imposible sin las palancas para hacerlo, y en la medida que se acerca el momento de asumir la responsabilidad el equipo de AMLO está advirtiendo un reto mayor al imaginado, siempre ha estado allí pero las promesas son de expectativas elevadas y rebasan la capacidad económica del gobierno. Más pronto que tarde empezaremos a escuchar las dificultades de construir la nueva refinería en Tabasco y ni pensar en la de Campeche. Así es la realidad, testaruda a cual más.