No está a discusión si vivimos en un escenario en donde el crimen es una de las principales referencias diarias, sino hasta cuándo persistirá ese ambiente de incertidumbre y zozobra social que ha abatido la calidad de vida de los veracruzanos de manera sustancial. No se requiere de un asendereado pesimismo para advertir que desde los gobiernos instituidos no atinan a combatir con eficiencia las redes criminales que se han adueñado de las calles de México, y Veracruz no escapa a esa infausta condición. Basta conocer los registros de muerte por violencia en Minatitlán- 91- durante lo que va del año para deducir el grado de violencia en esa ciudad, contexto semejante viven en Coatzacoalcos, Córdoba, Orizaba, Poza Rica, Xalapa, Veracruz, etc. No es halagüeño nuestro presente.