Bien se dice que en México un político desempleado es un riesgo para la estabilidad social, pues hará lo imposible para volver a treparse al presupuesto público. Para hacer honor a la consigna del “Tlacuache” Garizurrieta de que “vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”, entre las actividades del político involuntariamente en retiro está la de visitar oficinas públicas, fletarse muchas horas-nalgas en antesalas para ofrecer “humildemente” sus servicios, no importa qué talacha le asignen, refugiarse en una modesta “asesoría” a esperar mejores tiempos. Pero eso era posible en el viejo régimen, pues la alternancia trae consigo la llegada de nuevos políticos y obliga a modificar estrategias, entonces se acude al viejo expediente de crear un partido político para vivir de las prerrogativas, y aprovechar la vía de la representación proporcional para acceder a regidurías, sindicaturas, diputaciones y senadurías. Sobra decir que no los impulsa un propósito de índole social, porque eso está muy lejos del chambismo político.