En mayo del 2005, falleció el Maestro Claudio Lenk quien fuera, entre otras cosas, director de escena, crítico, productor y difusor de la música clásica.
Alguna vez el Maestro Lenk señaló que no había música “buena” o “mala”, pues es el gusto de quien la escucha lo que finalmente importa. Él afirmaba que lo que existía era “música primitiva” y “música elaborada”, siendo la diferencia que la que definía como primitiva, la particularidad de poder ser fácilmente inventada por cualquier persona (Rigo Tovar, Chico Ché, etc), sin que mediara necesariamente, preparación musical alguna. La música elaborada, por otra parte, resultaría como consecuencia de años de preparación y se caracteriza por su complejidad tanto en su creación, como en su ejecución, de manera que únicamente las orquestas sinfónicas y sus integrantes pueden ejecutarlas y sólo los genios de la música pueden crear obras de tal complejidad.
En un programa de televisión ya muy antiguo conducido por Raúl Velasco, fue invitado un chelista ( como quizás lo sería ahora Alisa Weilerstein) considerado el mejor del mundo quien, al darse cuenta que iba a ser presentado en un programa de variedades posterior a una cantante de ranchero, optó por retirarse del lugar pues lo consideró una ofensa.
Actualmente, parece que esta forma de ver el respeto por las orquestas sinfónicas y sus ejecutantes, es cosa del pasado; ya no se considera inapropiado que una orquesta sinfónica le haga segunda a un grupo popular ya que estos grupos son los que llenan estadios, mientras que la música del más alto nivel, difícilmente llena una sala de conciertos. Esto se ha dado incluso en otros países con cantantes populares y grupos de rock.
¿Habrá en el medio nacional o internacional algún director o ejecutantes que no consideren correcto lo que ocurre?
Si no los hay, no sería de extrañar que en los próximos años veamos a nuestros más distinguidos ejecutantes y directores sinfónicos, correr detrás de un grupo populachero para obtener sus autógrafos y con suerte, una “selfie”.
Ni bueno, ni malo. Son sólo los nuevos tiempos que vivimos. El respeto a nosotros mismos y a nuestras actividades, es asunto subjetivo.