Para el presidente López Obrador le viene una encomienda difícil: la de cambiar el discurso por el cual atribuye todo lo malo que ahora sucede en México a sus antecesores en el gobierno, se entiende que es una estrategia para acentuar las dificultades de cumplir con lo que ofreció en campaña y lo hacía con tanto énfasis que parecía de solución fácil e inmediata. La inseguridad terminará cuando no haya corrupción, la corrupción acabará una vez en la presidencia Morena, porque si el presidente no roba nadie más robará. Seis meses en el cargo han bastado para demostrarle a López Obrador las dificultades para concretar sus ofrecimientos, y dentro de muy poco dejará de tener algún efecto echarle la culpa al neoliberalismo, a los conservadores y los fifís de todo lo que le heredaron, Aunque, obviamente, pretextos sobran