El pueblo, o lo que entienda López Obrador por esa concepción sociológica, es un pulpo sin cabeza, decían los iniciadores del Humanismo para referirse a una entelequia ambivalente porque significa mucho y nada a la vez. Durante muchas décadas del siglo XX en México no había discurso de políticos buscando el voto que no hiciera alusión al Pueblo, junto con Democracia, formaron la esencia de aquel lirismo, pero en estricto sentido el pueblo no vota, pues esa función corresponde a los ciudadanos. Este lúdico introito sirve para recordar que el pueblo, como dice una cosa, dice la otra, que sin escrúpulo alguno lleva al cadalso a quien segundos antes vitoreó, la historia es rica en ejemplos que lo ilustran