“El estilo es el hombre”, se acostumbra decir en política para referirse a la forma de conducirse en el sitial del poder, AMLO no es Peña Nieto, ni se parece a Calderón, a Fox, Salinas o Zedillo, cada uno en su momento de presidente se condujo según su personal estilo. Cuando Fox tomó posesión de la presidencia rompió protocolos, sonó raro y hasta fuera de lugar aquel “hola chicos”, con que inició su discurso inaugural. Se justificó el gesto aduciendo la alternancia de un partido diferente en la presidencia de México a aquel que la monopolizó por décadas. Ahora vemos a López Obrador dando un efusivo saludo al gobernador Cuitláhuac García en el mitin de Minatitlán después del discurso del ejecutivo local. Considerando que el gobernador no es precisamente un orador que exalte a las multitudes, la salutación de referencia es inusual, solo explicable por un genuino afecto del presidente hacia su pupilo veracruzano, lejos del acartonado formato de antaño. Otra explicación, especulativa claro, encajaría en la percepción presidencial del alicaído ánimo del gobernante veracruzano que enfrenta un miura a punto de salirse del rodeo y requiere de un buen apapacho presidencial. Todo muy bien, siempre y cuando no se mal interprete ese afectuoso gesto y se oiga como el canto de las sirenas que hubiera perdido a Odiseo si éste no se tapa los oídos