Si solo por curiosidad, desde allende el Bravo estuvieron al pendiente de la concentración masiva realizada en Tijuana teniendo al frente al presidente de México, se habrán sorprendido por la grandilocuencia de los discursos centrados en la dignidad nacional, “que nada ni nadie doblegará”, como si en las negociaciones de una comisión de funcionarios mexicanos y otra de los Estados Unidos reunidos para negociar acuerdos económicos hubiera estado en juego la independencia de México, o si por ventura hubo riesgo de perder nuestra soberanía como país. Concluirá el observador de allá que todo es debido al temperamento latino que, comparado con el sajón o el oriental, se expresan de diferente manera, pues para allá fue un asunto más originado en los intestinos de una economía globalizada imbricada con motivos electorales, mientras acá nos desgarramos las vestiduras y lanzamos loas como si hubiéramos librado una gran batalla. Aunque más bien parece que fue para ocultar lo que cedimos.