La renuncia de Carlos Urzúa a la titularidad de la Secretaría de Hacienda debe inscribirse en el difícil escenario que combina rivalidades internas en ese sector, problemas del recorte presupuestal y mescolanza ideológica en temas donde deben prevalecer los dogmas de la economía sobre caprichos y ocurrencias. Ya habían trascendido los estiras y aflojes con Alfonso Romo, Jefe de la Oficina de la presidencia, hasta que se produjo la crisis y Urzúa ha provecha para bajarse de un barco en donde los conflictos económicos se combinan y complican aún más por las ocurrencias mañaneras. Nada extrañaría si otros miembros de la tripulación deciden bajarse de ese barco en mar proceloso.