Es inveterada costumbre de la llamada izquierda mexicana ideologizar cuanto suceso se produce, la combina con un estéril maniqueísmo catalogar de adverso aquello que no coincide con sus propósitos, al margen de si estos son o no pertinentes. Por esa tendencia el gobernador Cuitláhuac García mandó colgar grandes mantas en los hospitales veracruzanos rotulándolos como recintos para el pueblo, lo hizo también con el Palacio de Gobierno bautizándolo como “La Casa del Pueblo”. Pero esa afición no se cristaliza en la realidad, porque el martes el alcalde de Pajapan y una numerosa comisión de ese lugar tuvieron que forcejear para obtener acceso a La Casa del Pueblo para conseguir audiencia con el gobernador, incluso pernoctaron en los pasillos de su “casa”. A esto, el gobernador le atribuye “fondo político”, cuyo significado ignoramos, no estaría de más que el gober nos explicara de qué se trata.