Los siglos de bárbaro sometimiento a que fueron sometidos los pueblos aborígenes de este país por los conquistadores europeos les infundieron una actitud sumisa, de callada y sufrida servidumbre, pero una vez que la evolución política de México les ha devuelto la libertad reasumen su condición de pueblo libre, que en ocasiones ejercitan con excesos, muy explicables, por cierto. En una comunidad de Huixtlán, municipio de Chiapas, un grupo de vecinos retuvo al alcalde, lo vistieron de mujer y lo obligaron a “botear” en las calles, en reclamo de obra pública ofrecida por el munícipe. Ese es un “tigre” que ya despertó, a ver quién lo doma, porque no pocos alcaldes estarán preocupados porque el ejemplo pudiera cundir.